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Amaneció de noche : despedida de Narciso Yepes

Autor Marysia Szumlakowska

Editorial EDIBESA

Amaneció de noche : despedida de Narciso Yepes
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Te paraste en seco y volviste la cabeza. Se te acercó un joven, de la estatura de Juan, con una mirada azul como la de nuestro hijo. - «Muchas gracias por el concierto, he sido muy feliz». Se iba a marchar, cuando te quitaste el guante de ...

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  • Editorial EDIBESA
  • ISBN13 9788484077008
  • ISBN10 8484077004
  • Tipo LIBRO
  • Páginas 298
  • Colección GRANDES FIRMAS
  • Año de Edición 2000
  • Idioma Castellano
  • Encuadernación Cartone

Amaneció de noche : despedida de Narciso Yepes

Autor Marysia Szumlakowska

Editorial EDIBESA

Te paraste en seco y volviste la cabeza. Se te acercó un joven, de la estatura de Juan, con una mirada azul como la de nuestro hijo. - «Muchas gracias por el concierto, he sido muy feliz». Se iba a marchar, cuando te quitaste el guante de ...

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Detalles del libro

Te paraste en seco y volviste la cabeza. Se te acercó un joven, de la estatura de Juan, con una mirada azul como la de nuestro hijo.
- «Muchas gracias por el concierto, he sido muy feliz».
Se iba a marchar, cuando te quitaste el guante de la mano derecha y se la tendiste para estrechar la suya. El chico se acercó y agarró tu mano con las suyas con intensidad y respeto. No sabías su nombre, pero él sí sabía el tuyo. Os estabais comunicando. No había prisa, ni frío. Él, más alto que tú, se agachó y te dijo algo. Tú le susurraste algo, y luego fue un abrazo.
Juan y yo participábamos a cierta distancia de aquel encuentro. El joven hizo ademán de alejarse, cuando de pronto se fijó en Juan. No preguntó si era tu hijo, lo sabía. Se cruzaron sus miradas azules en una imperceptible sonrisa.
Mientras recorríamos las calles nevadas hacia el hotel, Juan hizo un comentario:
- «Podríamos haberlo invitado a cenar con nosotros».
- «La vida nos presenta una ocasión para algo determinado. Hay que vivir los momentos como vienen y vivirlos intensamente».
Tenías razón. La intensidad del encuentro con Narciso de Hans, en esa comunicación de un abrazo apretado, era seguramente más regalo que una cena en un hotel de lujo.

El hospital

- «¡Narciso Yepes García!»
Nadie volvió la mirada para ver a un guitarrista famoso. El genial artista está contenido en la humanidad de este hombre demacrado y tan digno que se levanta y se encamina hacia la puerta.
Las enfermeras, muy amables, dan explicaciones, se disponen a pincharle en vena. Narciso deja que le hablen fuerte, como a los viejos, que le digan de tú, que le pregunten mil pequeñeces a las que él no contesta; está absorto en contacto con Dios y consigo mismo. Necesita adentrarse en el silencio para afrontar las dos horas que van a suceder.

El adiós

Narciso ha muerto. Murió ofreciendo su vida, sereno, seguro de que iba al encuentro de la Vida, dócil ante el paso a dar, despojado de todo, rico en amor por los que quedábamos a este lado. La realidad es amar hasta el último soplo, aquí en la tierra, para seguir amando.
La muerte es la clave de la vida. Toda muerte es una gracia. Cada muerte es única y es una puerta abierta hacia la dimensión de la eternidad.
Es un privilegio sin igual poder acompañar al que se está yendo, porque se nos permite entrever por una rendija algo de lo que nos espera. Soy consciente del regalo que recibí al acompañar a mi amado hasta el umbral de la vida.
No fue sólo una rendija, fue una puerta abierta de par en par, por la que se coló en mi corazón la certeza de que existe Dios y de que, si morimos con Él, viviremos con Él, en la plenitud. Y esa plenitud es luz, es amor, es la Resurrección a la que estamos llamados todos los hijos del Padre.

La vida

Me siento amada por ti, Narciso, y por Dios. Sé que Juan nos está ayudando. Tú te has ido también para prepararme el camino. Ahora me toca una andadura nueva, un sendero que está por trazar. Tú ya has recorrido el tuyo, portentosamente, y nos has dejado una estela de luz.
Subimos al monte de Cuenca donde está la estatua del Sagrado Corazón que domina la ciudad. Yo siento paz, me reconforta creer que has encontrado a nuestro hijo, a tus seres queridos que se han ido antes que tú.
Marysia Szumlakowska de Yepes