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Banco Mundial. El golpe de estado permanente

Autor Éric Toussaint

Editorial MONTESINOS

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Los vínculos del Banco Mundial, los Golpes de Estado, las democracias emergentes de las dictaduras, el Consenso de Washington y el neoliberalismo son algunos de los temas analizados en este material, prefacio del libro "Banco Mundial. El golpe de Es...

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  • Editorial MONTESINOS
  • ISBN13 9788496356962
  • ISBN10 8496356965
  • Tipo LIBRO
  • Páginas 318
  • Colección ENSAYO MAYOR
  • Año de Edición 2000
  • Idioma Castellano
  • Encuadernación Rústica

Banco Mundial. El golpe de estado permanente

Autor Éric Toussaint

Editorial MONTESINOS

Los vínculos del Banco Mundial, los Golpes de Estado, las democracias emergentes de las dictaduras, el Consenso de Washington y el neoliberalismo son algunos de los temas analizados en este material, prefacio del libro "Banco Mundial. El golpe de Es...

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Detalles del libro

Los vínculos del Banco Mundial, los Golpes de Estado, las democracias emergentes de las dictaduras, el Consenso de Washington y el neoliberalismo son algunos de los temas analizados en este material, prefacio del libro "Banco Mundial. El golpe de Estado permanente", de Eric Toussaint.á

La lista de gobiernos surgidos de Golpes de Estado militares apoyados por el Banco Mundial es impresionante.

Entre los ejemplos más conocidos, citemos la dictadura del shah de Irán, instaurada en 1953 tras el derrocamiento del primer ministro Mossadeg; la dictadura militar en Guatemala impuesta por Estados Unidos en 1954 después de deponer al presidente democrático Jacobo Arbenz; la de Duvalier en Haití, en 1957; la del general Park Chung Hee en Corea del Sur, en 1961; la de los generales brasileños en 1964, la de Mobutu en el Congo y la de Suharto en Indonesia en 1965; la de los militares en Tailandia en 1966, la de Idi Amín Dada en Uganda y la del general Hugo Bánzer en Bolivia en 1971; la de Ferdinand Marcos en Filipinas en 1972, la de Augusto Pinochet en Chile, la de los generales uruguayos y la de Habyarimana en Ruanda en 1973, la de la junta militar argentina en 1976; el régimen de Arap Moi en Kenya en 1978; la dictadura en Pakistán desde 1978, el golpe de Estado de Sadam Hussein en 1979 y la dictadura militar turca en 1980.

Entre otras dictaduras apoyadas por el Banco Mundial, citemos aún la de los Somoza en Nicaragua y la de Ceaucescu en Rumania. Algunas aún se mantienen: el régimen dictatorial chino, la dictadura de Deby en el Chad, la de Ben Alí en Túnez, la de Musharaf en Pakistán, y muchas otras. Recordemos también el apoyo dado a las dictaduras europeas: la del general Franco en España y la del general Salazar en Portugal.

Es evidente que el Banco Mundial ha apoyado metódicamente unos regímenes despóticos, implantados o no por la fuerza, que han aplicado políticas antisociales y cometieron crímenes contra la humanidad. El Banco ha demostrado una falta de respeto total a las normas constitucionales de algunos de sus países miembros. Jamás ha vacilado en apoyar a unos militares golpistas y criminales, económicamente dóciles, ante los gobiernos democráticos. Y no sin razón: El Banco considera que el respeto de los derechos humanos (expresión que preferimos a «derechos del Hombre») no forma parte de sus objetivos.

El apoyo que el Banco brindó al régimen del apartheid de Sudáfrica, desde 1951 hasta 1968, no debe borrarse de la memoria. El Banco se negó, explícitamente, a aplicar una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptada en 1964 que conminaba a todas las agencias de la ONU a cesar su apoyo financiero a Sudáfrica, porque el país violaba la Carta de las Naciones Unidas. Este apoyo y la violación del derecho internacional que el mismo implica no deben quedar impunes.

En fin, como este libro revela, el Banco Mundial ha concedido sistemáticamente, en el curso de los años 50 y 60, préstamos a las potencias coloniales y a sus colonias para proyectos que permitían aumentar la explotación de los recursos naturales y de los pueblos en beneficio de las clases dirigentes de las metrópolis. El Banco, en este contexto, se negó a aplicar una resolución de las Naciones Unidas que llamaba a cesar el apoyo financiero y técnico a Portugal mientras éste no renunciara a su política colonial.

Las deudas de las colonias de Bélgica, el Reino Unido y Francia con el Banco Mundial, contraídas por decisión del poder colonial, se transfirieron a los nuevos países en el momento de acceder a su independencia.

El apoyo del Banco Mundial a los regímenes dictatoriales se ha manifestado con la concesión de ayuda financiero así como con la asistencia tanto técnica como económica. Este apoyo financiero y esta asistencia han ayudado a las dictaduras a mantenerse en el poder y perpetrar sus crímenes. Igualmente, el Banco Mundial ha contribuido a que estos regímenes no se vieran aislados en el escenario internacional, porque el apoyo y la asistencia han facilitado siempre las relaciones con los bancos privados y las empresas transnacionales. El modelo neoliberal se impuso progresivamente en el mundo a partir de las dictaduras de Augusto Pinochet en Chile, en 1973, y de Ferdinand Marcos en Filipinas, en 1972. Ambos regímenes fueron apoyados activamente por el Banco Mundial. Cuando tales regímenes llegaban a su fin, el Banco Mundial exigía, sistemáticamente, a los gobiernos democráticos que los sucedían que asumieran las deudas contraídas por sus predecesores. En resumen, la ayuda financiera cómplice del Banco a las dictaduras se transforma en una carga para los pueblos. Éstos deben pagar ahora las armas compradas por los dictadores para oprimirlos.

En los años 80 y 90, un buen número de dictaduras se desplomaron, algunas bajo los ataques contundentes de potentes movimientos democráticos. Los regímenes que los sucedieron en general han aceptado las políticas recomendadas o impuestas por el Banco Mundial y el FMI y han proseguido el reembolso de una deuda odiosa. El modelo neoliberal, después de haber sido impuesto con ayuda de las dictaduras, se ha mantenido gracias al yugo de la deuda y del ajuste estructural permanente. En efecto, después del derrocamiento o el derrumbe de las dictaduras, los gobiernos democráticos continuaron la aplicación de unas políticas que constituyen una ruptura con las tentativas de construir un modelo de desarrollo parcialmente autónomo. La nueva fase de la mundialización comenzada en los años 80, coincidiendo con el estallido de la crisis de la deuda, implica, en general, una subordinación creciente de los países en desarrollo (países de la Periferia) a los países más industrializados (países del Centro).