El libro pretende analizar con un lenguaje asequible la historia del anarquismo, que tiene elementos difusos para caracterizar un movimiento con contornos poco claros. Desde distintos autores ilustrados y teóricos como Proudhon y Kropotkin, hasta hombres de acción como Bakunin y Malatesta se va configurando una ideología que será defendida no sólo por sectores del movimiento obrero, a través del anarcosindicalismo, sino también por intelectuales y artistas.

Aunque el anarquismo se ha utilizado como un término de negación, de caos, de terrorismo, aquí veremos que es al mismo tiempo de construcción de una sociedad donde el Estado no exista como organizador de la sociedad.

Veremos cómo ha pretendido que los hombres y las mujeres sean capaces de organizarse voluntariamente sin necesidad de los aparatos de poder. También sabremos que representó durante un tiempo y en determinados países, como España, una alternativa a la sociedad socialista basada en la toma del poder, bien por medios armados como en la Revolución Rusa de 1917, bien por medios políticos a través del sufragio universal como pretendió la socialdemocracia en la Europa occidental.

El libro muestra claramente asimismo que los anarquistas negaron la política como intermediación entre los ciudadanos y consideraron que los políticos sólo buscaban su propio beneficio. Sus bases teóricas enlazan más con el filosofo Kant que con Hegel quien influiría principalmente en Marx, y así pueden ser analizados teóricos como Bakunin, Kropotkin o Malatesta.

Y el autor se adentra en las bases de este movimiento singular que tuvo su principal arraigo en España, donde incluso intervinieron en un gobierno presidido por un socialista, Largo Caballero, durante la Guerra Civil española, hecho que provocó disensiones en los militantes y fue diluyéndose después de la Segunda Guerra Mundial, aunque la revuelta estudiantil de mayo del 1968 rehabilitó muchos de sus postulados. No olvida esta obra tampoco, y a ello le dedica no pocas páginas, que incluso hoy día el anarquismo lo reivindican los sectores neoliberales por su rechazo del papel del Estado, pero también ciertos intelectuales de izquierdas para reivindicar las libertades individuales frente a los poderes cada vez de mayor control del Estado. Concluye el libro que muchas de las reivindicaciones ecologistas tienen sus antecedentes en el movimiento libertario que se consideraron como socialistas o comunistas libertarios.