Rubió y Tudurí, Nicolás María
Nicolás María Rubió y Tudurí nació en Mahón en 1891, y murió en 1981. Arquitecto de formación, estudió jardinería ornamental con Forestier y colaboró con él en la creación de los jardines de Montjuïc. De 1916 a 1924 enseñó Artes de Jardines en la Escola de Bells Oficis de la Mancomunitat de Cataluña. Fue director de los Parques Públicos de Barcelona y, durante la Segunda República, responsable del Planeamiento Urbano de Cataluña. Como arquitecto, construyó el Pabellón de Radio Barcelona ?el primer edificio racionalista de España?, el edificio de la Metro Goldwyn Mayer y el Convento de Pedralbes (este último en colaboración con Durán i Reynals). Diseñó, además de los citados jardines, los de la plaza Francesc Macià y los de la embajada de España en Londres, entre otros. También es autor de novelas, libros de viajes, obras teatrales y cuentos, además de ensayos sobre arquitectura y jardinería.
¿Quién, hoy en día, no intenta recobrar algo de aquel Paraíso perdido, recreándolo en cualquier rincón disponible de la parcela, del pequeño espacio de tierra en medio de la ciudad, de la terraza, de la azotea y hasta ?¡cuántas veces !? de la misma sala de estar ? ¿A qué tiempos lejanos se remonta este obstinado deseo nuestro de rodearnos de plantas y árboles y reevocar así, en cierto modo, aquellos míticos y legendarios jardines de placer y felicidad ? ¿Y quién mejor que Rubió y Tudurí, el gran arquitecto-jardinero catalán, autor de tantos y tan hermosos jardines privados y públicos, para llevarnos de la mano en esa odisea, llena de sensuales enseñanzas, a través de la Historia, desde el Paleolítico hasta nuestro siglo ? Con él aprenderemos, de un mito a otro, cómo reencontrar, en lo que hoy conocemos por jardín latino, ese ideal de plenitud que es el Paraíso. Este libro, hasta hoy inédito, ganó, en 1953, un Concurso, organizado por el Colegio de Arquitectos de Cataluña y Baleares, para el mejor Trabajo de Investigación (Turno Artístico). Era necesario sacarlo de ese extraño terreno baldío de la edición, pues se trata de uno de esos textos imperecederos que, no sólo el tiempo no deteriora, sino que, por el contrario, parecen hibernar a la sabia espera de sus siempre renovada actualidad.