Una noche de calor sofocante, los vecinos de un edificio estaban desesperados porque no podían dormir. De pronto, ¡la luna comenzó a derretirse! La portera, una abuelita muy ingeniosa, recogió las gotitas y fabricó helados para todos. Los helados estaban fresquitos y ricos, así que todos pudieron dormir a pesar de tener los ventiladores y el aire acondicionado apagados. Cuando todo estaba en calma, dos conejos que vivían en la luna tocaron a la puerta. Se habían quedado sin hogar. Pero la abueli...
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