Durante mucho tiempo, el trabajo ejercido sobre los otros -educar, formar y cuidar- se inscribió en lo que François Dubet denomina el 'programa institucional' de la modernidad: intento de combinar socialización de individuos y formación de un sujeto en torno a valores universales, articular su integración social e integración sistémica de la sociedad. Este modelo, agotado, y estos profesionales se ven arrastrados por una crisis que pone en duda la validez de sus profesiones y cuestiona los cimientos sobre los que se han asentado los pilares de la modernidad. Pero la crisis no es nueva, sino que forma parte de un proceso histórico que no tiene por qué entrañar el fin de la vida social. El autor demuestra que la crisis es intrínseca a las contradicciones de la modernidad y que a partir de los efectos de esa mutación pueden construirse figuras institucionales más democráticas, más diversificadas y más humanas.