A fin de que constataran de una manera clara, y hasta cierto punto oficial, los propósitos, los fines y las tendencias del llamado Partido Comunista, la sociedad obrera, secreta e internacional conicida con el nombre de Federación de los Comunistas, en el congreso que celebraron en Londres en 1847, confirió a Karl Marx y a Friedrich Engels la redacción de un programa del partido destinado a la publicidad, y cuya misión debía ser, además de la señalada, terminar con las leyendas que se cernían sobre la comunidad.
Marx y Engels, en cumplimiento del encargo recibido, redactaron el Manifiesto comunista (1848), de una importancia capital para el estudio del socialismo marxista o científico (en oposición al utópico), base fundamental teórica de las reivindicaciones del proletariado internacional desde entonces hasta nuestros días, y el documento económico más conocido del mundo entero, ya que no existe una sola persona socialista que no esté impregnada de su doctrina, la cual se encuentra, más o menos precisada, desarrollada o deformada, en millares de obras posteriores y constituye el fondo común de todos los programas socialistas allí donde la clase obrera trabaja por su emancipación.