Cesta de la compra

Guía del principiante para hacer velas

Autor DAVID CONSTABLE

Editorial PAIDOTRIBO

Guía del principiante para hacer velas
-5% dto.    10,75€
10,22€
Ahorra 0,54€
No disponible, consulte disponibilidad
Envío gratis a partir de 19€
España peninsular

Antes de que existieran el gas y la electricidad, la llama de fuego constituía una fuente de luz esencial para que la vida pudiera seguir su curso después de la puesta del sol. Tanto las pinturas rupestres como los murales de algunas tumbas egipcia...

Leer más...
  • Editorial PAIDOTRIBO
  • ISBN13 9788480196048
  • ISBN10 8480196041
  • Tipo LIBRO
  • Páginas 45
  • Año de Edición 2002
  • Idioma Castellano
  • Encuadernación Rústica

Guía del principiante para hacer velas

Autor DAVID CONSTABLE

Editorial PAIDOTRIBO

Antes de que existieran el gas y la electricidad, la llama de fuego constituía una fuente de luz esencial para que la vida pudiera seguir su curso después de la puesta del sol. Tanto las pinturas rupestres como los murales de algunas tumbas egipcia...

-5% dto.    10,75€
10,22€
Ahorra 0,54€
No disponible, consulte disponibilidad
Envío gratis a partir de 19€
España peninsular

Detalles del libro

Antes de que existieran el gas y la electricidad, la llama de fuego constituía una fuente de luz esencial para que la vida pudiera seguir su curso después de la puesta del sol. Tanto las pinturas rupestres como los murales de algunas tumbas egipcias muestran que las velas ya se utilizaban en tiempos prehistóricos y, aunque a través de los siglos se han ido produciendo algunos cambios, no existe ninguna diferencia esencial entre las velas que se elaboraban en la antigüedad y las que se hacen hoy en día. Las ceras provenientes del sebo, de los vegetales o de ciertos insectos fueron los combustibles originales. Las velas de sebo desprenden un humo graso y un desagradable olor, pero, en cambio son baratas y fiables. El historiador Plinio nos informa de que en el siglo I a. C. Había velas hechas de brea y mechas de lino, y otras que se elaboraban sumergiendo un junco en cera fundida y dejando que ésta se solidificara. Se sabe que los romanos usaban velas tanto de sebo como de cera, y en especial de cera de abeja. Estos materiales sencillos fueron utilizados hasta que, durante el siglo diecinueve, fue posible emplear una gama más amplia de combustibles. La estearina, que provenía de la grasa animal, fue desarrollada durante la década de 1820. Más resistentes que el sebo a las temperaturas altas, no desprendían olores molestos y daba como resultado velas de más larga duración.

Más libros de DAVID CONSTABLE