Cesta de la compra

La no-excomunión de Jacques Lacan

Autor Jose Attal

Editorial EL CUENCO DE PLATA

La no-excomunión de Jacques Lacan
-5% dto.    20,00€
19,00€
Ahorra 1,00€
No disponible, consulte disponibilidad
Envío gratis
España peninsular

Freud se mantuvo discreto respecto de la importancia que para él tenía Spinoza, su “hermano de increencia”, aunque alguna vez llegó a declarar: “Admito absolutamente mi dependencia de la doctrina de Spinoza&r...

Leer más...
  • Editorial EL CUENCO DE PLATA
  • ISBN13 9789871772360
  • ISBN10 987177236X
  • Tipo LIBRO
  • Páginas 280
  • Colección PSICOANALISIS #
  • Año de Edición 2012
  • Idioma Castellano
  • Encuadernación Rústica con solapas

La no-excomunión de Jacques Lacan

Autor Jose Attal

Editorial EL CUENCO DE PLATA

Freud se mantuvo discreto respecto de la importancia que para él tenía Spinoza, su “hermano de increencia”, aunque alguna vez llegó a declarar: “Admito absolutamente mi dependencia de la doctrina de Spinoza&r...

-5% dto.    20,00€
19,00€
Ahorra 1,00€
No disponible, consulte disponibilidad
Envío gratis
España peninsular

Detalles del libro

Freud se mantuvo discreto respecto de la importancia que para él tenía Spinoza, su “hermano de increencia”, aunque alguna vez llegó a declarar: “Admito absolutamente mi dependencia de la doctrina de Spinoza”. En contraste, es conocida la inclinación de Jaques Lacan por el filósofo marrano. Su cuarto de estudiante estaba tapizado con el plan de la Ética, y en su tesis de psiquiatría la doctrina de Spinoza es presentada como “la única concepción” capaz de dar cuenta de la psicosis paranoica.

En 1964, Lacan es expulsado de la Asociación Internacional de Psicoanálisis. En el vacío que entonces se presenta, propicio para una nueva fundación, Althusser toma a su cargo a Lacan, que atraviesa una grave crisis, y lo convierte, a la manera de un Maquiavelo, en un Príncipe del que será concejero. Es, pues, un Lacan bajo influencia el que halla refugio en la École Normale Supérieure para dictar su seminario, y el que declara, en la primera sesión, que acaba de sufrir una excomunión, la misma que soportó Spinoza, un Kherem en su grado máximo.

 Hacia el final de su “cogitación spinoziana”, Lacan recusará la posición de Spinoza en lo que respecta al sacrificio y al Amor intellectualis dei por considerarla insostenible para el psicoanalista. El psicoanalista no puede ser excomulgado.

Con el mayor de los respetos Lacan despide a Spinoza, que tan central había sido para él. Ese gesto dista hoy de ser reconocido por numerosos psicoanalistas-de hecho, “althussero-lacanianos”-, cuya afiliación a su grupo descansa a menudo sobre una identificación con un Lacan excomulgado, apto para unificar lo que ellos llaman “el pueblo psicoanalítico”.