La última década fue pródiga para el descubrimiento de cartas, intervenciones y textos desconocidos de los años de formación de Jacques Lacan; paralelamente se ganó acceso público a documentos institucionales, publicaciones olvidadas de sus maestros y pares, y entrevistas y diarios de sus primeros analizados: juntos entretejen el contexto polémico y titubeante de las primeras ideas y prácticas lacanianas. Sólo cabe lamentar que llegaron tarde. El paso del tiempo había ya desgranado severamente la vigencia de la lengua y de los lugares comunes de esos viejos papeles y la maldición de las lecturas anacrónicas cayó sobre ellos. Para estudiar específicamente esos textos, Baños Orellana dirige desde 2004 un grupo de investigación argentino-chileno cuyos resultados viene dando a conocer en diversos artículos y seminarios en Latinoamérica. 
Pero la escritura de ensayos y artículos académicos se mueve torpemente en el laberinto de las argumentaciones y pasiones que llevaron a lacan, un neuropsiquiatra convencido y formado en la mejor escuela europea, a convertirse en psicoanalista. Nada es peor que la tijera podadora del racionalismo para dibujar la arborescente vida efectiva de las ideas.De allí surgió el proyecto de exponer la metamorfosis de Lacan de neuropsiquiatra a psicoanalista en una “novela”.