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La pesca de la trucha en América

Autor Richard Brautigan

Editorial BLACKIE BOOKS

La pesca de la trucha en América
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La pesca de la trucha en América es un texto clave para entender los sesenta. Aunque permanecía inédita hasta ahora en España, la obra lleva tiempo haciendo las delicias de nuestros escrito...

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  • Editorial BLACKIE BOOKS
  • ISBN13 9788493736255
  • ISBN10 8493736252
  • Tipo LIBRO
  • Páginas 158
  • Colección Blackie Books #BB6
  • Año de Edición 2010
  • Idioma Castellano
  • Encuadernación Cartone

La pesca de la trucha en América

Autor Richard Brautigan

Editorial BLACKIE BOOKS

La pesca de la trucha en América es un texto clave para entender los sesenta. Aunque permanecía inédita hasta ahora en España, la obra lleva tiempo haciendo las delicias de nuestros escrito...

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Detalles del libro

La pesca de la trucha en América es un texto clave para entender los sesenta. Aunque permanecía inédita hasta ahora en España, la obra lleva tiempo haciendo las delicias de nuestros escritores más anglófilos. El novelista argentino Rodrigo Fresán, que describe al escritor estadounidense como "el eslabón perdido entre la marihuana be-bop de la literaturabeatnik y el ácido folk-rockdel Dylan más visionario", dice del best-seller de Brautigan "que poco y nada tiene que ver con la pesca de la trucha en EEUU y sí con casi todo el resto de las cosas de este mundo". Un comentario en la onda de la afortunada descripción hecha por uno de los grandes defensores de Brautigan por estos lares, el escritor Kiko Amat: "Ninguna de sus novelas se parece a nada terrestre", una explicación que se ajusta como un guante a La pesca de la trucha en América.

Lo primero que puede decirse de la novela de Brautigan es que parece un poema en prosa (signifique esto lo que signifique). Y que está repleta de deliciosas estampas campestres de fuerte regusto lisérgico. Y que Brautigan no acaba de explicar en realidad cómo pescar una trucha en América, aunque da absolutamente igual: la pesca aquí funciona a la manera de un macguffin hitchcockiano, un instrumento de distracción que sirve para disparar la trama en mil direcciones y poder disertar sobre lo divino y lo humano.

Nadie se percató de su muerte hasta un mes después de pegarse un tiro

Se dice que La pesca... es uno de los productos más redondos de la ola antiautoritaria de los sesenta, aunque Brautigan no era tanto un izquierdista como un tipo con una imaginación exuberante. El libro recuerda más a la subversión juguetona de los surrealistas y los dadaístas que a la agenda política de otros escritores de la contracultura, con los que, eso sí, compartía la energía rumbosa y cierto sentido del humor marciano (Kurt Vonnegut, de tripi, podría haber escrito perfectamente La pesca...). Casi medio siglo después de su publicación, La pesca de la trucha en América sigue manteniendo esa peculiar característica de los libros buenos de los años sesenta: su lectura parece liberar cantidades industriales de endorfinas.

Y hasta aquí el buen rollo. Brautigan no acabó de digerir bien su éxito y protagonizó unos de esos casos clásicos de ascenso y caída meteórico. Aunque no faltan precisamente defensores de sus novelas posteriores a La pesca, la intelligentsia cultural y los lectores estadounidenses le dieron pronto la espalda (aunque siguiera cotizando al alza en Francia y Japón), quizás porqueRichard Nixon había decretado la muerte del hippismo y tocaba madurar, dejarse de escribir relatos delirantes y buscarse un trabajo serio.

Más allá de la polémica sobre la valoración literaria de sus últimas obras (novelas como Richard y sus trofeos de bolos, El monstruo de Hawline y Un detective en Babilonia, editadas por Anagrama), lo que sí está claro es que la popularidad le provocó una sed espantosa. Brautigan se bebió hasta el agua de los floreros en los años setenta. Aunque puede que no le hiciera ninguna falta. "Tenía ese tipo de mente bueno, es difícil explicarlo si nunca estuviste allí, pero si alguna vez tomaras cocaína durante cuatro o cinco días, sin comer o dormir nada, te pondrías en el estado que era normal para Richard a todas horas", contó el escritor DonCarpenter en un artículo ochentero del Vanity Fair.

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