El miedo es el mayor desencadenante de conflictos. Y el siglo XXI ha nacido marcado por el miedo occidental a todo lo diferente, sea el islam o la llegada de gentes de culturas extrañas. Así, cuando se habla de inmigración africana, asiática o latinoamericana se hace con recelo, justamente porque al acomodado mundo moderno esa «invasión pacífica» le parece inasimilable y, lo que es peor, amenazadora. Pero son ya quinientos los años de creciente globalización del mundo, y África fue tempranamente integrada a esa realidad nueva con la trata de esclavos. Incluso mucho antes de eso, los desplazamientos africanos poblaron el mundo.
África vive hoy una nueva diáspora, pujante y civilizadora, como en ocasiones anteriores. Jóvenes de uno y otro sexo circulan por el interior del continente, y apenas una porción de esos migrantes se dirige al Norte, a tierras europeas. Los textos de esta obra, elaborados por especialistas europeos y africanos, hombres y mujeres, bosquejan el panorama general de los movimientos poblacionales del África negra a inicios de este siglo. Son trabajos que hablan del pasado emigrante de muchos pueblos, del temor atávico al otro de los europeos, de las causas ideológicas -y no sólo económicas- que refuerzan el flujo poblacional hacia el Norte, de la expansión de prácticas culturales entre ambos continentes, de la persistencia de fuertes identidades y del surgimiento de otras de signo cosmopolita en la música o el arte, o de las redes transcontinentales que permiten una intensa relación entre regiones africanas y europeas. Sin riesgo de vaciarse de humanidad, el gran odre africano está aportando su personalidad al nuevo Occidente.