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Carne de Píxel (XXXIV Premio de Poesía Ciudad de Burgos)

Autor Agustín Fernández Mallo

Editorial DVD EDICIONES (CESÓ ACT 6-2012)

Carne de Píxel (XXXIV Premio de Poesía Ciudad de Burgos)
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Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) reside en Mallorca y es licenciado en Ciencias Físicas. Ha publicado los libros de poemas Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus (2001), Creta Lateral Travelling (2004) y Joan Font...

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  • Editorial DVD EDICIONES (CESÓ ACT 6-2012)
  • ISBN13 9788496238749
  • ISBN10 8496238741
  • Tipo LIBRO
  • Páginas 67
  • Colección DVD poesía #115
  • Año de Edición 2008
  • Idioma Castellano
  • Encuadernación Rústica con solapas

Carne de Píxel (XXXIV Premio de Poesía Ciudad de Burgos)

Autor Agustín Fernández Mallo

Editorial DVD EDICIONES (CESÓ ACT 6-2012)

Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) reside en Mallorca y es licenciado en Ciencias Físicas. Ha publicado los libros de poemas Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus (2001), Creta Lateral Travelling (2004) y Joan Font...

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Detalles del libro

Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) reside en Mallorca y es licenciado en Ciencias Físicas. Ha publicado los libros de poemas Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus (2001), Creta Lateral Travelling (2004) y Joan Fontaine Odisea [mi deconstrucción], editado en 2005 por La Poesía, Señor Hidalgo. Su poesía se recoge, entre otras obras colectivas, en Campo abierto. Antología del poema en prosa en España (1990-2005), que DVD Ediciones publicó en 2005. Es autor de la novela Nocilla Dream (Candaya, 2006) y acaba de aparecer su segunda novela, Nocilla Experience, en la editorial Alfaguara. Fernández Mallo es creador e impulsor de la «Poesía Postpoética», una propuesta de inclusión en la poesía actual de elementos tendencialmente ajenos, como las ciencias, la publicidad o el arte contemporáneo. Sus textos fundacionales fueron recogidos por las revistas Lateral, Contrastes y Quimera.

Carne de píxel, desde su mismo título, expresa y desarrolla una paradoja fundamental de la época de la hipercomunicación: el píxel se ha constituido en vía de acceso privilegiada a lo carnal, en el origen de su imagen, pero el píxel es en su origen una cifra, una no-imagen, un elemento irremediablemente «vacío». Por esa paradoja y ese vacío, viajan los dos personajes de Carne de píxel. Una mujer y un hombre que recorren en círculos una ciudad, que observan y capturan las imágenes de su geografía -una zanja, un periódico, una habitación, un papel higiénico-, viéndolas sin verlas, y las transforman en correlatos de su geografía emocional. Esta pareja ha viajado a una ciudad para comprender, o construir, o detener, su fin y su ruptura, el inevitable lastre de incomunicación que recorre cualquier diálogo, la soledad de cualquier unión.

***

en aquel hotel de Capri te vi como realmente eras: sagrada, violenta, promiscua, dulce, ingenua, en resumen A.H, frente a Tiffany's desayunando resaca con diamantes. Pero diga lo que diga Oriente, el mal existe, se da en cierta forma de cohabitar contrarios. Nos hicimos una foto desnudos en el espejo, que por alguna ley física no salió. Exceso de perfección, capilaridad. Se anulan los símbolos, se descomponen los cuerpos, paradoja que invalida y funda el miedo. Estabas tan entera con aquellas botas de punta; tan propiamente distante en la Casa Malaparte. Hiciste muchas fotos al letrero Circunvesubiana, cinturón de ferrocarril que rodeaba al Vesubio, su rumor humeaba: bestia cansada que circunvalamos también en silencio aquel último martes en otra ciudad lejana sin centro ni criterio.

al llegar a casa pusiste el CD de Organ y, vestida aún de fiesta, al salir del baño dejaste la sortija de brillantes y las lentillas sobre la mesa desierta [de la cocina también desierta]. Símbolos que no puedo explicar. Me sobrepasan. Podría llamarlos pixelado nº 2, pero aquella noche devino puramente analógica, y la más bella analogía fue la contraída entre aquellos dos objetos que abandonaste y los dos horizontes de tu cuerpo: el vivo y el muerto. Así hasta el amanecer trabajó tu sexo.

metálicos en un jardín botánico, extraños a ese paquete de luz desleída por ambos [no venía del horizonte], cada vez más lejos de esa única tangente que es al fin arena en un colchón o epidermis vacía, así, venía diciendo, metálicos en un jardín botánico, circunvalamos una elipse de 2 centros. Sólo eso. 2 centros

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