En los tres últimos siglos, los musicólogos concluyeron arbitrariamente que la música no significa nada. Sin embargo, una teoría actual del arte requiere tener en cuenta que la subjetividad y riqueza de la música puede evocar estados de conciencia esenciales para la humanidad. La obra de beethoven es un claro ejemplo de tales estados: no sólo nos habla de su creatividad, sino que nos revela a un gran espíritu capaz de comprender el carácter fundamental de la vida en su doble aspecto de aceptación del sufrimiento y de realización heroica. A través de sus reflexiones, sullivan nos ofrece una nueva comprensión sobre la relación entre la música y la vida del compositor más importante de la historia: «cuanto más vivía, más y más profundo era lo que tenía que decir. A medida que se hacía viejo, su fuerza aumentaba… pero en algunos de sus últimos cuartetos se encuentra un pulso todavía más fuerte, aunque más sutil»: el pulso de la trascendencia. Como beethoven, «sólo los grandes artistas y los maestros espirituales nos impresionan como personas completas».

John William Navin Sullivan (Londres, 1886-1937) fue un popular escritor científico y periodista literario. Dotado de una capacidad matemática excepcional, escribió algunos de los primeros ensayos no técnicos sobre la teoría general de la relatividad de einstein, haciéndola accesible al gran público. En sus libros supo identificar y transmitir las bases filosóficas más amplias del nuevo espíritu de la física que permitía la reconciliación entre las artes y las ciencias, lo que le sirvió de inspiración para escribir beethoven en 1927. Durante la primera guerra mundial trabajó en el servicio de ambulancias en el frente serbio. Más tarde, fue editor adjunto de la célebre revista literaria the athenaeum y amigo personal de célebres escritores de la década de 1920 como Aldous Huxley, John Middleton Murry, Wyndham Lewis y T. S. Eliot.