En este Volumen II, que corresponde al Libro III del Libro de Contemplación en Dios, Ramon Llull continúa con la necesidad de hacer comprensible a Dios, buscando, en esta ocasión, su racionalización a través de los SENTIDOS DEL HOMBRE, de los cinco Sentidos materiales, como la Vista, con la que observa el mundo y la sociedad que le rodea; el Oído, el Olfato, el Gusto, y el tacto al que llama Sensibilidad. 

Y con los cinco Sentidos espirituales e intelectuales el hombre piensa sobre la esencia divina, sus obras y las de los ángeles y los demonios, desde las contradicciones que hay entre fe y razón; y las tres virtudes del alma, memoria, voluntad y entendimiento humano. También la Percepción, para entender de las cosas materiales e inmateriales, y en particular, que Dios es en Trinidad de personas, y que puede ser Dios y hombre sin que la esencia divina esté corrompida, alterada, sucia, estropeada ni envilecida, a pesar de haberse unido con la naturaleza humana.

Las tres últimas distinciones tratan de la Conciencia del hombre, sobre sus fallos certezas y limitaciones, la Sutileza e Ingenio sobre lo natural, lo sensual y lo divino; para terminar con el Anhelo y el Fervor de Dios y sus cosas.

Todo ello envuelto en una cadencia literaria de ritmo repetitivo.