Teresa y Carolina Materassi son dos hermanas en la cincuentena que siempre han estado juntas y que se ganan desahogadamente la vida como bordadoras y costureras de lencería fina en un pueblito a las afueras de Florencia. Por sus manos pasan los ajuares de todas las muchachas casaderas de las buenas familias de los contornos; su fama de excelentes artesanas les ha granjeado la prosperidad de su negocio, el incesante desfile de las señoras de la aristocracia y la curia florentinas, e incluso una audiencia con el Papa.
No siempre fue así. Las Materassi tuvieron que cargar desde jovencitas con las consecuencias de tener un padre derrochador y consentido que dilapidó el patrimonio familiar. Sólo contaron con su talento y su capacidad de sacrificio para responder a los acreedores y mantener la heredad, convertida ahora en un santuario de trabajo y de virtud. Pero su abnegación y su renuncia las han convertido también en dos seres exiliados de la vida.
En este régimen ordenado, que en ocasiones parece una habitación cerrada a cal y canto, cae como un rayo un joven sobrino, Remo, cuyo cuidado les confía otra hermana que acaba de morir lejos de la familia. La vitalidad, el misterio, la alegre irresponsabilidad y, sobre todo, la belleza del muchacho provocan un vuelco catártico en la vida de las hermanas, y el contrapunto entre ambas formas de estar en el mundo dará lugar a momentos que destilan una sutil e incesante comicidad.
Un narrador punzante y burlón relata la fascinación de las mujeres por el hermoso adolescente, que despierta en ellas una agitación que parecía extinguida y las arrastra a una huida hacia adelante con un sustancioso viraje final.
Una historia de seducción contada con mordacidad y humor, un acerado juego de espejos psicológico siempre suspendido en el filo entre la risa y la melancolía, la ironía y la compasión.
Plena de modernidad y definida por André Gide como la mejor novela italiana de su época, Las hermanas Materassi consagró a Aldo Palazzeschi, una de las figuras más interesantes de las vanguardias italianas de la primera mitad del siglo XX.

Aldo Palazzeschi ?que ocultó su verdadero apellido, Giurlani, para no avergonzar a su padre, un acaudalado comerciante de telas? nació en Florencia en 1885. Además de novelas, escribió poesía y se dedicó al periodismo. Para seguir los deseos de su familia, que esperaba que fuera un hábil hombre de negocios, estudió contabilidad. También fue actor antes de publicar su primer poemario, I cavalli bianchi (1905). Adscrito al movimiento futurista tras conocer a Filippo Tommaso Marinetti, se separó del grupo por causas ideológicas al entrar Italia en la Primera Guerra Mundial, a la que se oponía por sus sólidas convicciones antifascistas.
Entre sus novelas destacan I fratelli Cuccoli (Premio Viareggio 1948), o ésta, Las hermanas Materassi, publicada por primera vez en 1934, que el autor revisó para su edición definitiva en la colección Clásicos contemporáneos italianos de la editorial Mondadori, en 1960.
Pocos meses antes de su muerte, en 1974 (ocurrida en la ciudad de Roma, en la que residía desde hacía casi treinta años), Palazzeschi escribió uno de sus últimos deseos: que lo enterraran en el cementerio de Settignano, en los alrededores de Florencia, donde de joven solía pasar sus vacaciones en la villa familiar, y donde transcurre Las hermanas Materassi.