La literatura épica, La Iliada y La Odisea, se desarrollan en un mundoá ordenado, en una cosmogonía coherente, en la que el héroe actúa espoleado por un interés colectivo, teniendo ante sí el estímulo, la observación siempre alerta, y la aprobación de los dioses olímpicos. La batalla de don Quijote por restaurar ese orden en un mundo complejo en el que han desaparecido los modelos será el tema de la inmortal obra cervantina, punto de arranque y referencia constanteá de lo que Marthe Robert, denomina aquí literatura 'quijotesca', caracterizada por la desesperada búsqueda que emprende un héroeá perplejo a fin de encontrar una norma ética dentro de un desorden social y psíquico, en el que las luchas se libraná siempre en el terrno de la subjetividad.
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