Odisea
Editorial TAJAMAR EDITORES
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España peninsular
Cuando a los insolentes jóvenes Ulises hubo muerto en los vastos patios, colgó el arco bien saciado; caminó hasta el baño tibio para lavar su cuerpo. Vertían allí el agua dos esclavas. Y cuando vieron a...
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- ISBN13 9789568245917
- ISBN10 956824591X
- Tipo LIBRO
- Páginas 954
- Colección EDICION LIMITADA #
- Año de Edición 2018
- Idioma Castellano
Materias
Narrativa En CastellanoOdisea
Editorial TAJAMAR EDITORES
Cuando a los insolentes jóvenes Ulises hubo muerto en los vastos patios, colgó el arco bien saciado; caminó hasta el baño tibio para lavar su cuerpo. Vertían allí el agua dos esclavas. Y cuando vieron a...
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Detalles del libro
Cuando a los insolentes jóvenes Ulises hubo muerto en los vastos patios, colgó el arco bien saciado; caminó hasta el baño tibio para lavar su cuerpo. Vertían allí el agua dos esclavas. Y cuando vieron a su señor gimieron aterradas, pues vapor de vientre y muslos emanaba; sangre espesa y negra caía de sus manos. Sobre el suelo de mármol con estrépito dejan caer las ánforas de cobre.
“Suavemente sonríe entre su barba enmarañada el siempre-errante Ulises; y moviendo las cejas indica a las doncellas que se marchen. Largo rato gozó del agua tibia. Y cual ríos en su cuerpo las venas se extendieron; refrescábanse sus nervios;calma y serenidad retornan a su espíritu. Suavemente frota con óleo perfumado su larga cabellera; y a su cuerpo, endurecido por el agua salobre del mar, volvió la juventud: hizo florecer la carne fatigada. En medio de la sombra perfumada, el alzapaño de doradas puntas mostraba las túnicas lucientes que su pura pareja habíale bordado con figuras de inmortales y de navíos y céfiros veloces.
Extiende las manos, quemadas por el sol, y quedamente elige aquella de color más encendido. Sobre sus hombros la despliega.
Quita luego el cerrojo y la puerta y el umbral flanquea.Un momento deslumbró a los esclavos su sombra dilatada, mas ya se iluminaron las ennegrecidas vigas del hogar paterno.
Penélope que, silenciosa y pálida, en el trono esperaba, se vuelve a ver y tiemblan sus rodillas de pavor: «No es éste el que aguardé año tras año, oh Dios, con grande anhelo, Veo un dragón gigantesco que, semejante a un hombre, nuestra casa pisa”.