Desde hace siglos predomina en los libros de historia la inclinación a resaltar los hechos nobles y ejemplares, cuando no ocurre que el libro entero esté dedicado a glorificar una persona o un suceso. Los acaecimientos menos elogiables suelen contarse con prosa rápida y fría, si es que llegan a mencionarse. No queremos con el presente librito contradecir esta tendencia que, por lo demás, redunda en un plausible fomento de los impulsos virtuosos, sino que nos proponemos solamente entretener al lector con la reseña de unos hechos menos conocidos y ponderados que los usuales. No hace falta señalar que hace muchos decenios que a la historia no se le pide que sea maestra de nada ni que entre ená propósito ejemplarizador alguno.
Cuando leemos la noticia en un periódico de hoy de que se ha registrado en el barrio tal de la ciudad cual una riña o una muerte, nos figuramos con precisión el decorado humano en que se desarrolló. No pretendemos que el ambiente condicione fatalmente las conductas pero sí que se otorgue, al analizar estas, la debida atención al marco en que se desenvuelven. Aprovechemos pues todo lo que contienen los episodios del presente libro como información acerca de las estructuras sociales correspondientes.
Debemos a Max Weber la formulación de las estructuras sociales como basadas en los impulsos del individuo y en el hecho determinante de que coexista con otros en un sitio dotado de unas ciertas condiciones. Este planteamiento da lugar a regularidades que acaban por crear modelos de comportamiento. El delito rompe y contradice estos cuadros de conceptos y Weber admite la influencia que las emociones ejercen en los procesos sociales, y sobre todo en los anómalos. Werner Sombart puso especial empeño en puntualizar las construcciones mentales antecedentes a las conductas y deducir de aquellas los motivos que guían al hombre.
En su libro Teoría de la institución y de la fundación (Buenos Aires, 1947) Maurice Hauriou estudia las instituciones como fundamento de la estructura social y las ve intercomunicadas, tal como se relacionan la familia y la religión, favoreciéndose o distanciándose recíprocamente y subraya que todas las instituciones tienden a encarrilar la vida de la colectividad. Los hechos que hoy referimos -por ejemplo el bandolerismo- nos dan luz sobre la sociedad a la cual atacaban y nos hacen ver que la inercia con que las instituciones las toleran se debe a que las mismas no admitan otra modificación que la proporcional a la agresión que reciben.
Ya se advierte, pues, que los hechos que luego presentamos valen, en primer término, como narración más o menos entretenida, pero sobre todo como información acerca de un momento especial de la historia.

Pedro Voltes: Periodista, doctor en Derecho y Filosofía, Pedro Voltes ha desempeñado una labor fundamental como divulgador de la Historia, tanto desde el ámbito académico como a través de numerosos libros y artículos y de su actividad en radio y televisión.