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Relaciones morfológicas sufijales para el procesamiento del lenguaje natural

Autor Octavio Santana

Editorial MILETO

Relaciones morfológicas sufijales para el procesamiento del lenguaje natural
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España peninsular
  • Editorial MILETO
  • ISBN13 8495282917
  • Tipo LIBRO
  • Páginas 175
  • Año de Edición 2004
  • Idioma Castellano
  • Encuadernación Rústica

Relaciones morfológicas sufijales para el procesamiento del lenguaje natural

Autor Octavio Santana

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Detalles del libro

Relaciones morfoléxicas sufijales para el procesamiento del lenguaje natural Octavio Santana Suárez Francisco J. Carreras Riudavets José R. Pérez Aguiar En unos tiempos como los que corren en los que el mestizaje (no ya de razas, ni siquiera de culturas, sino simplemente de saberes) y la transversalidad (por supuesto, de los conocimientos) lo tiñen todo con un aire despreocupado, y hasta frívolo, sin importar mucho o nada cuáles son sus consecuencias, ni siquiera su origen, de vez en cuando surgen en el medio del océano islotes firmes que no se dejan abatir por la fuerza del oleaje impulsado por vientos de un lado y de otro. Desde hace años, el Grupo de Estructura de Datos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria está empeñado en desarrollar una serie de herramientas informáticas de utilidad práctica para el análisis y conocimiento de nuestra lengua, en especial de las palabras, de sus estructuras internas y de las relaciones que mantienen entre sí. Este libro no es sino consecuencia de ese gran y mantenido esfuerzo. Cuando se tienen claros cuáles son los objetivos que se quieren alcanzar y cuáles son los medios para lograrlo, amén de una gran pasión por el trabajo, así como confianza en el equipo bien cohesionado, no es difícil ir completando etapas, ni siquiera cuando los aires no son favorables o cuando hay que ir sorteando mil escollos que surgen de continuo. Si me he comprometido a poner estas primeras líneas del libro, no es porque los autores sientan que con ellas queda arropado lo que sigue -pobre protección la que yo pueda dar en este mundo en el que no sé navegar-, sino porque me obligan la admiración y respeto por el trabajo, y la deuda impagable de la amistad. Todavía recuerdo cuando los miembros de este Grupo acudieron a mí en busca de ayuda, porque alguien les había dicho que yo sabía algunas cosas sobre las palabras y había trabajado con maquinitas (que Dios se lo tenga en cuenta, si fue para bien). Siempre he pensado en aquel manido refrán de que el tuerto es el rey en el país de los ciegos, y nunca he considerado haber llegado a la categoría de tuerto, ni en esas cosas ni en otras muchas. Es más, se pueden tener dos ojos y bien abiertos, pero si no se aplica un poco la inteligencia, de nada vale. ¿Por qué le propinaba aquel mal ciego buenos coscorrones a Lázaro de Tormes? Querían saber cómo abordar el análisis de la lengua, y deseaban adentrarse en el conocimiento de la lengua. Sólo tuve que desvelarles lo que para ellos parecía un secreto que los lingüistas guardábamos celosamente, cuáles eran los libros que nosotros manejábamos para que se pusieran manos a la obra. Mi sorpresa fue enorme al comprobar el interés que se habían tomado por todo aquello que yo consideraba de mis terrenos, y cada día necesitaban ampliar más sus conocimientos. Después se decidieron a formalizarlo todo, incluso lo que desde la perspectiva del estudioso de la lengua no es formalizable. Más sorpresas. Paso a paso, pero con un andar ligero, iban avanzando, y los resultados llegaban como caídos por su propio peso: tesis doctorales, artículos, comunicaciones en congresos... Habían logrado conjugar su formación informática con los conocimientos lingüísticos en una hibridación que parece totalmente normal, como si no pudiese ser de otra forma. Las páginas que siguen no son sino muestra del quehacer cotidiano a lo largo de muchas semanas, meses y años. Ahora, yo sigo mirando, con los ojos bien abiertos, sus logros: sólo me queda la postura del comparsa que se beneficia del trabajo ajeno, y de la generosa amistad de los actores. Por último, debo hacer constar la gratitud de quienes necesitamos estos medios de análisis para realizar nuestras tareas, aunque el alcance en el futuro, todavía no bien entrevisto, será mucho mayor, pues no sólo nos valen para conocer la lengua por dentro, qué mecanismos funcionan en su interior, sino que nos servirán para facilitar la comunicación entre las personas y las máquinas, además del abanico de posibilidades de aplicación que tienen en los ámbitos en que se usa la lengua, que no son sino todos aquellos en que nos relacionamos las personas; piénsese en la utilidad que pueden tener para el periodista que redacta apresuradamente su crónica y necesita un corrector de estilo, o para quien quiere cambiar las formas de tratamiento y las concordancias consiguientes en un texto, o para el publicista que busca asociaciones de palabras de diversa índole, o para el profesor de español que quiere enseñar a estudiantes extranjeros las estructuras más frecuentes en un tipo de textos, o las voces más frecuentes en un determinado ámbito, o las combinaciones más estables de palabras, etc., etc. Sea, pues, bienvenida esta obra de informática lingüística o lingüística informática, de tecnología de la lengua, y que nos sea de provecho a todos. Manuel Alvar Ezquerra