Ya sea en el Capitolio, el Coliseo o el Campo de Fiori, Mamma Roma muestra desde hace siglos su grazia y su grandezza entre sus bambalinas clásicas, en los mercados y plazas, e incluso en los estadios deportivos. Es difícil no sucumbir a sus encantos. Recientemente, esta dama de 2.760 años se ha sometido a un lifting facial: ahora refulgen con su antiguo esplendor multitud de templos clásicos, columnas y fachadas de iglesias barrocas. Pero también se pueden visitar los templos comerciales de la alta costura, disfrutar de un cremoso capuchino en la piazza y sumergirse en la modernidad del Testaccio.

Roma agasaja al viajero con sus casi treinta siglos de historia, que abarcan desde los bustos de los emperadores capitolinos al Coliseo, y desde el Moisés de Miguel Ángel a la fuente del Tritón de Bernini. Es fácil soltar unas lagrimitas frente al gran Laoconte, en el kilómetro 5,5 de los Musei Vaticani, el más grande del mundo... pero no de tristeza, sino de agotamiento.

La prueba final para el turista es el gentío y la belleza comprimidas en las estancias de Rafael y en la Capilla Sixtina. Con todo, la Sixtina hay que visitarla, aunque sea a rastras. ¡Roma es incomparable!