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Inés Ballester ha lanzado al mercado una nueva entrega de su serie sobre la cocina, en la que, como es habitual en ella, nos viene a demostrar que lo principal a la hora de cocinar es el corazón. Quien cocina pensando en los destinatarios de su trabajo y pone su empeño en lograr que el hecho de comer sea un disfrute y no sólo un acopio de energías, suele acabar haciendo obras de arte culinarias. Las recetas provienen de un gran número de expertos en la cocina, aunque no profesionales, que han decidido competir en cuanto a la amabilidad con Inés y han revelado algunas de sus recetas y trucos. En el libro figuran los nombres de todos los autores, como es de justicia que sea. Algunas de las recetas son más sencillas de preparar y sus ingredientes se pueden lograr fácilmente y otras presentan más dificultades. Algunas recetas proceden de otros países. Hay emigrantes que a su regreso traen algunas recetas del país que los acogió e inmigrantes que aportan las del suyo propio. Para todo tipo de comida hay una ocasión y la variedad de estilos es un arma contra el aburrimiento.
Todos los libros de esta serie vienen gozando de una aceptación mucho mayo de la esperada en un primer momento por la propia autora.
Es digno de destacar que el programa de televisión del que surgen estas recetas fue improvisado en su día para suplir la marcha de un famoso cocinero, que pasó a otra cadena. La improvisación no fue sino un éxito rotundo, de lo cual no podemos sino congratularnos, pues viene a demostrar que el público no sólo atiende al reclamo de los grandes nombres, sino que también se deja seducir por los programas hechos con el corazón.
Del prólogo de la autora quiero resaltar dos detalles. Dice que su programa es arriesgado, puesto que un programa de cocina en directo presenta muchas dificultades y la recomendación a los lectores de que tampoco tomen siempre las recetas al pie de la letra y traten de innovar.

Vicente Torres