Entre 1982 y 1996, se produjeron avances indudables en la mejora de las infraestructuras básicas de España, en la formación de nuestros jóvenes, se superó la crisis económica y nos incorporamos a la Comunidad Económica Europea, se desarrolló el Estado del Bienestar, se pusieron en marcha políticas activas para cumplir el mandato constitucional de igualdad entre hombres y mujeres, se puso fin a la autonomía militar, se generalizaron los modos democráticos en todos los escalones de la nueva y compleja estructura territorial del Estado. Los Estatutos de Autonomía fueron fruto del consenso entre los dos grandes partidos. España salió de su aislamiento y tuvo un mayor protagonismo en la escena internacional.
También hubo errores en la acción de gobierno, excesos de confianza, alejamientos de la realidad del país o actitudes y comportamientos distantes a la ética política. En suma, acciones que debilitaban la calidad de nuestra democracia.
Todo ello completa una realidad compleja y apasionante. Los historiadores y científicos sociales debemos conocerla, analizarla e investigarla, evitando caer en un relato lineal, superficial y complaciente, para resaltar lo que fue decisivo para España y los españoles.
La mayor dificultad con la que nos enfrentamos a la hora de analizar dicha época es precisamente saber ponderar adecuadamente los hechos, para poder así obtener una imagen del periodo que responda a lo realmente sucedido.