Mamá, ¿cuando lees, qué miras? ¿Lo blanco o lo negro?'.áPropone un cuestionamientoáde la noción de educación concebida comoáfenómeno que tiene su lugar natural en la escuela y del que sólo son garantes los maestros, una noción tan extendida y tan dañina como la de que la salud es algo sólo compete al sistema sanitario y a los profesionales de la medicina.
Frente a esa visión reductiva,ásubraya el papel de la experiencia y de las relaciones personales, cotidianas, como espacio educativo difuso pero esencial, frecuentemente decisivo.
Entendiendo la educación comoáactitud de acompañamiento, exploración y diálogo que nos compete a todos, sin tiempos limitados ni comportamientos estancos, la autora inicia cada capítulo del libro con el relato de una experiencia que da a pie a una aguda reflexión sobre el carácter poliédrico de la relación educativa.