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Las políticas territoriales bien definidas sobre hipótesis contrastadas contribuyen de manera decidida a establecer las pautas del desarrollo también la escala regional. Por ello, el consenso académico gira en torno a la necesidad de articular de forma integral la perspectiva territorial y el enfoque de la sostenibilidad ambiental en los distintos contextos locales, regionales, nacionales e internacionales. En este sentido el territorio, como soporte físico e infraestructural, se erige en el rasgo más destacado de la aplicación de medidas de desarrollo regional, basado en entornos de emprendimiento económico o de innovación en la gestión de los recursos naturales, ya sean protegidos o en explotación bajo parámetros de resiliencia. Asimismo, las políticas públicas deben insertarse en los mecanismos institucionales que coadyuven a la incorporación de los agentes políticos y sociales en el diseño y aplicación de las mismas durante las fases y los procesos de desarrollo socioeconómico en un determinado territorio, así como en su área de influencia, contemplando las interrelaciones con otros sectores y organismos.