Comenzamos a explorar la arquitectura popular del Maestrazgo con laexcusa, insegura, de un libro que publicar¡a el Colegio deArquitectos. Cuando las clases, la familia y el trabajo lo permit¡an,cog¡amos los cuadernos y la m quina de fotografiar y sal¡amos alcampo. Era una ?poca sin tel?fonos m¢viles, sin internet y con cochesque se ventilaban bajando las ventanillas con manivela. Un tiempo defotograf¡as anal¢gicas en blanco y negro con carretes que, enocasiones, se velaban y el trabajo hecho se perd¡a. Las aventurasfueron numerosas. Pero el mundo era m s joven y estaba todo por hacer, mucha gente con la que hablar y todo por aprender. Los informadoreslocales que citamos repetidamente en el texto de esta publicaci¢n eran pastores o agricultores con una sabidur¡a ancestral y unosconocimientos sobre el territorio que han de­saparecido. Creo quetuvimos la suerte de conocer la £ltima generaci¢n de los constructores de campos a los que se refiere este texto.