Con este poemario Stefano Carbone intenta compartir con el lector laexperiencia m s autentica del amor, da igual que dure una noche o toda la vida. El cuerpo es un veh¡culo para la pasi¢n contenida en estosversos y se vuelve un medio para alcanzar el ?xtasis en sus formas m s extremas: tanto la f¡sica como la espiritual.



Elautor mezcla lo sagrado con lo profano, lo terrenal con lo divino,hasta hacerlos inextricables. Eleva el amor apasionado como se elevael c liz durante la celebraci¢n eucar¡stica. Es un sacrificio, unritual nocturno que acerca al ser humano al infinito. La carne y elesp¡ritu se funden entre s¡, entreg ndose sin pretensiones, en elintento consciente de unir dos soledades, por lo menos hasta quellegue el pr¢ximo amanecer. Es com£n a todos los amantes y no atiendea preferencias sexuales, lo que se intent¢ tachar de pecaminoso rozaconstantemente lo sagrado.



El ep¡logo es siemprela comprensi¢n de la soledad, el amor se cierra como el tel¢n de unteatro despu?s de una comedia (o una tragedia), pero el final nopierde su sentido, esa teatralidad que lo acerca a la l¡rica. Lo £nico que queda (para siempre) es la poes¡a, que supera incluso al amor eneternidad.



Seg£n Carlos Salem: ®La poes¡a deStefano Carbone est  hecha de versos viajeros que querr¡an quedarse yno saben o no pueden, porque por all¡ hay otro horizonte, y detr s una ilusi¢n renovada. O un nuevo desenga¤o, seg£n el momento en que sevalore, seg£n la cara de la moneda de la suerte que se escoja mirar,porque nunca cae de canto¯.