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Cuando tenía treinta años, Anne Nivat decidió descubrir por sí misma qué era la guerra. Rusia acababa de lanzar su segunda campaña contra Chechenia y, aunque los responsables de aquel país habían prohibido el acceso a los periodistas occidentales, Nivat decidió ir de todos modos.

Entonces existían dos peligros en Chechenia: ser arrestado por los rusos o ser secuestrado por los chechenos. Nivat se disfrazó de campesina y cruzó la frontera. Se hizo con un joven guía, Islam, que la condujo ilegalmente hacia el corazón del conflicto. Y durante seis meses permaneció allí, viajando con los rebeldes y durmiendo en las casas de las familias chechenas o en edificios abandonados. Soportó los bombardeos, contempló las mayores atrocidades y ayudó en los hospitales. También entrevistó a los líderes rebeldes, a los representantes del gobierno, a las viudas y a los soldados. Y sus reportajes para el diario Libération provocaron manifestaciones contra la guerra ante la embajada rusa de París.

Por ello este libro logra conmover al lector. No hay en él florituras ni retórica, pues el punto de vista de Nivat es siempre sobrio y directo. Además de un reportaje sobre la guerra, esta obra maestra es una apasionante historia sobre una joven en busca de sí misma, que descubre su identidad en los basureros de nuestro tiempo, allá donde los límites físicos y psicológicos del ser humano se ponen realmente a prueba.