Con una exploración pletórica de las posibilidades expresivas del lenguaje cinematográfico, Tres colores: Rojo (1994) culmina la trayectoria cinematográfica del director polaco Krzysztof Kieslowski e indaga sobre la vigencia de la fraternidad en la sociedad contemporánea. A partir de las relaciones entre diferentes personajes, propone un juego con el espectador para levantar la máscara de las apariencias, hallar la verdad de lo real y aun abrir nuestra percepción hacia lo que escapa a la comprensión real del mundo como una manera de superar nuestra oscura existencia. El fallecimiento de Kieslowski, a los dos años de finalizar esta película y tras haber anunciado su retirada del cine aún antes de su estreno, otorgó a Tres colores: Rojo un inesperado carácter testamentario.