Paisajes
De mi país
Por tierras de Portugal y de España
Andanzas y visiones españolas

Paisajes (1902) es uno de los primeros libros, en los que el autor vasco plasmó literariamente su interés por el paisaje, que nunca fue considerado como un simple marco en el se inscriben las acciones y los personajes. Sin embargo, en su obra narrativa apenas aparece la descripción de paisajes, seguramente por la intensidad y el carácter dramático que quiso dar a sus novelas, en las que tienen más peso los diálogos. Para Unamuno el verdadero valor del paisaje radica en su asociación a obras artísticas perdurables: de nuevo, el tema unamuniano de la literatura como perduración, como garante de la inmortalidad. La relación entre paisaje y estado anímico y el efecto que la naturaleza produce en el viajero es constante en Por tierras de Portugal y de España. De mi país (1903) agrupa trabajos suyos de muy temprana redacción, donde coexisten la descripción de lugares, el relato breve, las memorias y la estampa costumbrista. Cierra el volumen uno de los mejores libros que existen sobre el paisaje español: Andanzas y visiones españolas (1922).

El carácter confesional de gran parte de sus obras y las muchas páginas personales que publicó en vida han permitido reconstruir la biografía de este autor. La temprana muerte de su padre y el bombardeo de su Bilbao natal, en la segunda guerra carlista, marcarán su vida y buena parte de su producción. Estudió Filosofía y Letras en Madrid, pero regresó a Bilbao para preparar oposiciones, mientras publicaba en la prensa local. Su periodo formativo se cierra en 1899, año en que se casa y obtiene la cátedra de Lengua griega en la Universidad de Salamanca. Su obra crece aún más en la década siguiente, junto a su fama de hombre individualista y polémico: su imagen pública es antimonárquica y censoria con la Dictadura, hasta el punto de exiliarse a Francia, voluntariamente, en señal de protesta, para combatir al Régimen desde allí, junto a otros intelectuales. Tras seis años de exilio, regresa a España como rector hasta que la muerte de su esposa y la decadencia de la República empañan su ánimo y se recluye en casa hasta su muerte en 1936.