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Cuenta la leyenda que en el monte Citerón, en Tesalia, vivía el centauro Chirón, el más sabio de los centauros del Olimpo, conocedor de las virtudes medicinales de las plantas y maestro de Asclepio, el padre de la Medicina. Las plantas, empleadas desde la noche de los tiempos en la preparación de medicamentos, han sido objeto de todo tipo de leyendas. Si una planta podía curar enfermedades, se decían los hombres de la Antigüedad, ¿de qué no sería capaz? Adentrémonos, pues, en nuestro particular huerto mágico. Conoceremos las propiedades ocultas de cada una de las plantas que nos vayamos encontrando en el camino. Veremos que algunas poseen virtudes voladoras; otras nos transportarán a mundos desconocidos. Con algunas ramas podremos fabricar varitas mágicas. Habrá hojas que nos ayudarán a elaborar cuidados filtros de amor.
¿Seremos capaces de encontrar la piedra filosofal en nuestro huerto particular? Las enseñanzas de los maestros alquimistas así lo confirman.
Hierbas sagradas y plantas malditas; calderos satánicos y capiteles benditos. Todos son testigos de la importancia que el mundo vegetal tuvo en la cultura de nuestros antepasados. Un conocimiento
ancestral que corre el riesgo de perderse, arrastrado por la vorágine tecnológica. De la misma manera que desaparecieron los vegetales incógnitos de los que nos habla uno de los mayores expertos en botánica de España, el fraile benedictino fray Esteban Villa, que ya elaboró, allá por el siglo XVII, un tratado dedicado a su memoria.
La intención de esta obra es salir a la búsqueda de mundos apasionantes, ocultos, malditos, en los que germinaron y florecieron plantas cuyo verdadero significado fue conocido por unos pocos iniciados.