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El principal objetivo de este libro es analizar la figura de Floridablanca en la España de Carlos III. A la gobernación de esa España se incorpora el joven abogado José Moñino el año 1766, es decir, en el momento en que comienzan las reformas más contundentes y más importantes del reinado, llevadas a cabo sin improvisación, sin por el contrario con pausa y meditación no exenta de contundencia. Tres años después de serle concedido el título de Conde, el año 1777, Floridablanca se convierte en el ministro más influyente de la Monarquía, decidiendo sobre la mayor parte de los asuntos relativos a la política interior y exterior. Su gestión es muy similar a la de otros tantos gobernantes del setecientos: quisieron cambiarlo casi todo, fracasaron en mucho y consiguieron algo. Algo que no podía ir más allá de medidas reformistas, de lo viejo (Antiguo Régimen) rejuvenecido. De ahí, su actitud final de temor, incomprensión y rechazo ante lo nuevo y desconocido, representado por una Revolución que traía los fundamentos del mundo actual.