Durante mßs de dos siglos de historigrafia liberal posrevolucionaria ha estado bien presente el viejo arquetipo de que la nobleza y el rÚgimen se±orial eran instituciones caducas que estaban condenadas irremediablemente a desaparecer con los nuevos vientos de la libertad. Pero, la extensa documentaci¾n normativa que conservamos -hasta ahora prßcticamente inÚdita- sobre el gobierno se±orial, dentro de un marco jurisdiccional en el que se confundÝa lo privado y lo p·blico, nos habla en favor de que tambiÚn podÝa haber espacio para la conformidad con el sistema. O, por lo menos, para que Úste siguiera siendo una opci¾n en el elenco de las posibiliadades que se presentaban. De hecho, el mantenimiento del rÚgimen se±orial durante los largos siglos anteriores se puede explicar en parte, tanto por las consecuencias efectivas de determinadas polÝticas asistenciales, como, -con mayor probabilidad-por la imagen que se desprendÝa de actitudes paternalistas que, cierto que beneficiaban sobre todo a quienes "invertÝan" en ellas, pero tambiÚn directa o indirectamente a los propios vasallos, que no siempre vivÝan bajo el lßtigo y el yugo de su se±or.