Guerra y paz, creación y destrucción, amabilidad y crueldad, vida y muerte. Es nuestro destino, como seres humanos, vivir en esa dualidad suprema. Por eso, hagas lo que hagas, estás participando en el equilibrio global que constituye, en último término, el amor divino. El orden siempre está ahí, aunque nosotros no lo percibamos.


Avanzar a un nuevo estado de conciencia significa aceptar esa verdad, aprender a amar y a ser agradecidos. Sin embargo, a menudo nos sentimos frustrados por ideales que no se ven satisfechos, por deseos que no sabemos cómo realizar. John Demartini nos enseña que la raíz de todas nuestras insatisfacciones se encuentra en unas expectativas poco realistas respecto a nosotros mismos y a los demás. Para alcanzar una vida consciente y llena de significado debemos empezar por revisar nuestras prioridades y averiguar cuáles son los valores que gobiernan nuestra vida, consciente o inconscientemente. Para unos será el trabajo, para otros la familia, el dinero o las relaciones sociales. Pero sólo aceptando quiénes somos y qué nos mueve en realidad podremos trazarnos unos objetivos realistas y reequilibrar las distintas facetas de nuestra existencia.