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La duda, entendida como un estado de indecisión o de falta de certeza y cosa que provoca dicho estado o lo implica favorece la búsqueda de respuestas, lo que nos lleva a un conocimiento mayor. Esto es muy importante para la ciencia. Sentirse un ignorante es mucho mejor para seguir realizando descubrimientos. De hecho, quizás nos venga a la mente la frase de un conocido filósofo, Sócrates, solo sé que no sé nada. Esta falta de respuestas o, dicho de otra manera, esta necesidad de encontrar respuestas es lo que, muy probablemente, le haya llevado a embarcarse en la aventura de matricularse en un Máster Universitario quizás, por necesidad de adquirir nuevas competencias para su desarrollo profesional y personal o cómo paso previo a embarcarse en un futuro Doctorado o incluso, quizás, como fruto de una conversación casual con colegas de trabajo, clase o algún conocido que activa la llama latente que permanecía a la espera de ser revivida en su interior. Son cada vez más las personas que se deciden a volver a la etapa universitaria y disfrutar de un camino que si bien, no es fácil, pero que a la larga le hará darse cuenta de que ha adquirido unas competencias profesionales que le harán enfrentarse a nuevos retos con más seguridad y confianza y que le harán crecer a nivel personal. Si usted, además, tuvo el último contacto con su etapa universitaria previo a la entrada en vigor del Plan Bolonia, estos estudios serán, muy probablemente, su primer contacto con el mundo de la investigación. Como primer consejo, esta autora le recomienda que marque en su cronograma de trabajo el primer día del Máster como el primer día en el que empiece a trabajar en su memoria final y como un día menos para enfrentarse a la defensa del trabajo que le hará lograr tan ansiado título.