Cuando mi tío Quino viene a comer a casa,
se sienta a mi lado y jugamos al avión.

La comida puede ser un momento de diversión y una oportunidad para estrechar lazos afectivos. Esto es lo que sucede entre nuestro pequeño protagonista y su tío Quino.

A través del juego, ambos crean un vínculo, al tiempo que lo hacen con el resto de la familia. El tío le va ofreciendo a su sobrino pequeñas cucharadas de comida, apelando a la figura de la abuela, del abuelo, del padre y de la madre, para incentivar que el niño coma.

Debido a la dificultad de abstracción en lectores de tan corta edad, la ilustradora Simona Mulazzani optó por incluir una original referencia visual de cada miembro de la familia: fotos de sus caras que el tío Quino muestra al niño.

De este modo, activa en el pequeño recuerdos y experiencias sensoriales vinculadas a cada uno de ellos: La comida me sabe dulce, como la sonrisa de mamá. ¡Y quiero otra, y otra, y otra!

Una manera divertida y sabrosa, a través del sentido del gusto, de crear recuerdos multisensoriales que irán formando la base de la memoria.