Esta monografía se inscribe dentro del método típico de la Antropología Cultural. El paisaje es descubierto en la mirada de las gentes que viven en él. La casa se estudia en su múltiple funcionalidad ecológico-cultural, como eje de la explotación. Pero la casa, como centro de íntimas vivencias, es también lenguaje que contribuye a ordenar el mundo de la naturaleza y de las cosas y habal con fuerza más expresiva que las palabras. El análisis semántico se apoya en actos, en costumbres aceptadas, en normas implícitas en la acción. A partir de aquí, se descubren trasposiciones metafóricas y encadenamientos sintagmáticos. El hábitat, extremadamente diseminado, del área de estudio brinda posibilidades únicas de investigación sobre su complejo arte de fragmentar continuos, de destacar y soslayar identidades, de consagrar límites. Vecindad y comunidad, "lugar", "barrio", parroquia y rivalidades parroquiales aparecen cargadas de rica peculiaridad cultural. El tiempo es el gran protagonista de este paisaje, sobre él traza su reloj ritual el ciclo festivo: es el único reloj capaz de medir y sincronizar comunitariamente los recuerdos y proyectos vitales.