Las bibliotecas privadas de los escritores siempre generan intriga.Qu? fragmentos subrayaron, qu? caprichos atesoran, qu? anotaron en los m rgenes forma parte de un fuera de campo que no solemos conocer deprimera mano. Ah¡ radica uno de los magnetismos de Seg£n, unexperimento at¡pico en el que el autor no solo nos permite acceder asus lecturas, sino que son ellas las que le permiten a ?l acceder alacto mismo de la escritura. El narrador protagonista de este relatopolif¢nico, si es que podemos llamarlo as¡, es alguien que, habiendopasado gran parte de su vida entre libros que sobrevivieron a requisas policiales, exilios, pr?stamos y mudanzas, decide hacer que lasmarcas de su lectura acumulada, como "huellas del tiempo que pas¢",hablen por ?l. ¨Qu? sentido tiene agregar una palabra m s? Mejor dejar que la apropiaci¢n y el azar tomen el lugar de la invenci¢n y laplanificaci¢n. Luego de "Ll?vatela, amigo, por el bien de los tres" yde las memorias de sus viajes por la Costa Oeste reunidas en "Postales de la contracultura", Osvaldo Baigorria vuelve a jugar en Caja Negracon los l¡mites de la autoficci