Follan porque saben que se les acaba la vida. No para perpetuar laespecie, no coaccionadas por su instinto, sino como el £ltimo actolibre de su mezquina existencia. Las moscas salen de sus escondrijos y follan como cosacos delante de mis ojos. Reviven un 12 de diciembre.Buscan una normalidad, un pisito en el centro, un balc¢n donde salir a fumar, una mascota no muy traviesa. Buscan la entrada de mihabitaci¢n. Y la buscan concienzudamente porque saben que una de lasventanas no cierra bien. Son tan conscientes de la peque¤a ranuravertical... Qu? listas las moscas.











He visto m s de tres en media hora. Quiz ssea la misma. Merodeando. Marcando territorio. Como aquel d¡a denoviembre que apareci¢ una detr s de mi cabeza cuando pensaba que yase hab¡a alejado de la rendija. Aquel d¡a abr¡ la ventana, esperandoque saliera, pero tuve que cerrarla de golpe porque apareci¢ unaavispa tambaleante buscando refugio. Qu? mala suerte. La mosca sufri¢las consecuencias: la mat? sin compasi¢n. Lo siento.











Y, bueno, el sol de hoyes enga¤oso. La lenta vida de los insectos es misteriosa. Me preguntael magistrado d¢nde los mosquitos en invierno. Y yo me pregunto: ¨porqu? creen que mi hogar es el suyo?