Es lunes, aunque no importa -podr¡a ser cualquier otro d¡a laborable-. El abogado y propietario de la oficina, por el bien de todos, designa a cada uno de sus subalternos las tareas que hay que resolver. Tressencillas palabras, pronunciadas por el £ltimo empleado contratado,har n que, desde esos despachos, el mundo comience a tambalearse. Consu preferir¡a no hacerlo, Bartleby deja perplejo a todo aquel incapazde ver m s all  de su entorno cotidiano. La apat¡a e inactividad delescribiente cuestiona lo que somos, empuj ndonos y sac ndonos denuestras vidas, y nos inunda de una extra¤a sensaci¢n entre lo c¢micoy lo temible. As¡, el escribiente supone la negaci¢n ante la inerciadel sistema, inaugurando una v¡a de escape para todos aquellos queestamos condenados a seguir siendo del modo en que somos y perpetuaruna realidad asfixiante. ¨Seremos capaces de preferir no hacerinfinitas copias de lo mismo?