Una doble constataci¢n, la de sendos fen¢menos simult neos, fue lasemilla de este ensayo. Por un lado, la decadencia generalizada delasociacionismo monta¤ero, de clubes populares otrora muy activos peroque ahora ?en Asturias como en Euskadi, en Madrid como en Catalu¤a, en Suiza y en Chile? ven reducirse progresivamente el n£mero de susmiembros e incrementarse la media de edad de los que quedan. Por otrolado, el auge paralelo de un mundo de carreras y maratones de monta¤a, formas competitivas de aproximarse a las cordilleras, desbordadas desolicitudes para participar enviadas por skyrunners de todas lasedades, y que se ven obligadas a acabar organizando sorteos paraasignar sus plazas. Carreras denunciadas con frecuencia por losecologistas por el perjuicio que representan para la florifauna de los parajes en los que se celebran, y con frecuencia patrocinadas porgrandes empresas que las aprovechan para publicitarse. Este es unensayo sobre monta¤ismo y, m s a£n y en realidad, sobre el capitalismo neoliberal, su voracidad y su antropolog¡a, los valores que trata deinstilar en los sujetos que habitan bajo su ?gida, tambi?n desde lamonta¤a apropiada, sea para organizar carreras o las inenarrablesmasificaciones del Everest o el Cervino: el individualismo, lacompetici¢n, la velocidad y el consumo. Es, tambi?n, una declaraci¢nde amor a la monta¤a concebida, no como tel¢n de fondo de apoteosiseg¢latras, sino como espacio para la mejor transformaci¢n humanista,siguiendo el ejemplo de algunos y algunas alpinistas profesionales uocasionales cuyas semblanzas se trazan en la segunda parte del libro,de Annie Smith-Peck a Parvaneh Kazemi, pasando por el padre AlbertoMar¡a de Agostini, John Ruskin o el Che Guevara. Publicado en 2019, La virtud en la monta¤a se convirti¢ r pidamente en una referencia y haanimado un debate, por momentos ardoroso, sobre el presente y elfuturo del monta¤ismo y el del mundo en su conjunto. Tal ?xito motivaahora esta segunda edici¢n que incluye un nuevo cap¡tulo?protagonizado por Petrarca, san Agust¡n, Joe Simpson y Simon Yates? y un hermos¡simo pr¢logo de Eduardo Mart¡nez de Pis¢n, maestro dege¢grafos y de monta¤eros.