®Nadie muere del todo siempre que alguien lo recuerde¯.

Codyapareci¢ en mi vida cuando ten¡a dieciocho a¤os. Fue una conexi¢nmutua, como si estuvi?ramos destinados a encontrarnos. Lo cambi¢ todo: mi forma de ser, mi forma de ver los obst culos, mi forma deinteractuar con los dem s. Y, lo m s importante, me ense¤¢ el amorverdadero a trav?s de sus ojos.

Diecis?is a¤os despu?s, tuveque decirle adi¢s a mi compa¤ero de vida. Cuando mi marido y yoescuchamos su £ltimo latido, supe que ya nada volver¡a a ser comoantes. Estaba completamente rota y todo se desmoronaba a su paso. Y,ahora, no s? c¢mo continuar el viaje que iniciamos juntos.