En los a¤os posteriores al Concilio Vaticano II ha ido surgiendo en la Iglesia cat¢lica un renovado inter?s por la Palabra de Dios sinprecedentes. Con todo, sigue d ndose una notable ?y lamentable? faltade familiaridad de los cat¢licos con la Escritura. Cierto, la Palabrade Dios ha tenido siempre su hogar en el culto que el pueblo rend¡a asu Dios, en ese culto donde hab¡a nacido y ha sobrevivido. Perocontin£a estando alejada, expatriada incluso, de la vivenciaespiritual diaria de una mayor¡a de creyentes en la Iglesia cat¢lica.

Desde finales del siglo XII se inici¢ ®el exilio de laPalabra de Dios en la vida de la Iglesia y de los creyentes¯, unexilio que durar¡a, ®pr cticamente hasta adentrado ya el siglo XX¯ (N. Calduch). Las causas son obvias, hasta comprensibles. ®La raz¢nprincipal era una cierta desconfianza de las autoridades eclesi sticas frente a la lectura de la Biblia por los laicos¯ (Card. C. M.Martini). Hubo que esperar hasta finales del siglo XIX para que unpapa, Le¢n XIII, afirmara que ®la Iglesia no ha perdonado recursoalguno para hacer llegar hasta sus hijos las fuentes saludables de laDivina Escritura¯ (Providentissimus Deus, 2). Lo que no ha significado a£n que pueda decirse que la Palabra de Dios ha llegado a ser, paralos estudiosos, ®alma de la teolog¡a¯ (Dei Verbum, 24), ni, muchomenos para todo cristiano, la fuente del ®sublime conocimiento deJesucristo¯ (Flp 3,8).

Sentido alegato a favor de una pronta y profunda recuperaci¢n de la Palabra de Dios en la vida del pueblode Dios, el presente libro hace, primero, memoria de la presencia dela Escritura en la historia de la Iglesia cat¢lica, tan deseada comoobstaculizada, propone, despu?s, una s¡ntesis de espiritualidadb¡blica con el expreso anhelo de promover y completar el retorno delpueblo cristiano a la escucha de su Dios.