En el elogio fúnebre que a Charles Lyell se le tributó en 1875 en la abadía de Westminster, se dijo que "en los últimos veinticinco años fue el geólogo más importante del mundo".

Aunque la ciencia moderna comienza ya a finales del siglo XVII, la geología, bien entrada la edad contemporánea, seguía siendo deudora de la mitología. En el largo proceso de constitución de la geología como ciencia, Lyell desempeñó un papel clave, al establecer los principios del razonamiento geológico y la definitiva independencia de la teología y la fe. El propio Darwin llevaba consigo el primer volumen de la magna obra Principios de geología cuando zarpó con el Beagle, y al hacer escala pidió que le enviaran el segundo.