En presencia de la Autora.
Existe en la experiencia con el arte una forma paradójica de aparición de lo bello. Estas experiencias no suelen ser bien comprendidas, ya que en realidad son vividas como algo profundamente extraño.En algunos escritos psicoanalíticos, emerge algo del extrañamiento, como cuando Freud es protagonista de un «fenómeno inusual», que le sucede en la Acrópolis de Atenas. A partir de una personal relectura de Freud, se entiende una experiencia que se manifiesta como una «categoría» nueva, fenómeno que Freud no denuncia, aunque se le impone su presencia. En este texto se muestra y registra ese instante, que denominamos experiencia estética.
El tema de la transitoriedad es lo que late dentro de lo que Freud evita encontrar y, así, se constituye en la llave maestra: abre, desoculta y permite la entrada a otra dimensión, implica la consideración del tiempo, la finitud y la alteridad, pero también del trauma, lo prohibido y el mundo de lo sensorial. Se atraviesa así un umbral que habilita un pensar diferente, allí donde arte y psicoanálisis coinciden. La experiencia estética es un puente y el lugar donde se inscriben psicoanálisis y arte.