Mallorca ejerce de imán que atrae a reyes, artistas, solitarios y bohemios y, ante todo, turistas. Ningún otro destino del Mediterráneo es tan variado y capaz de evolucionar como Mallorca. Esta isla, donde antiguamente sólo habitaban campesinos y pescadores, se ha transformado en un microcosmos multicultural con unas infraestructuras excelentes, además de una gastronomía de calidad sin dañar su bien más preciado: una naturaleza increíblemente hermosa. Sin duda se merecen cinco estrellas las montañas que se elevan frente al mar, las calas de aguas de color turquesa, las extensas playas de dunas, los árboles siempre verdes y la tranquilidad que se respira detrás de las zonas hoteleras.

El canto de las cigarras en el oído, el olor a pino, el calor del sol en la nuca y abajo, a través de las frondosas copas de los árboles, se avista una cala de arena blanca y aguas azul turquesa.

Las fotografías sacadas en Mallorca son tan variopintas y presentan tantos contrastes como la propia isla. Por eso apenas hay otro destino en Europa que esté tan en boca de todos. Casi siete millones de turistas visitan anualmente la mayor de las islas Baleares y es imposible que todos estén equivocados. ¡Y vivan sus anfitriones!