Los "intelectuales" surgieron en momentos del caso Dreyfus; en sus orígenes, ese neologismo se refería a una vanguardia cultural y política que se atrevía a desafiar la razón de Estado. Sin embargo, la palabra, que debía desaparecer luego de la resolución de aquella crisis política, se perpetuó, tanto para designar a un grupo social como para calificar a una manera de encarar el mundo social en nombre de los valores universales que se oponían a las jerarquías establecidas. Para comprender la paradoja de un acontecimiento que estructurará perdurablemente la vida social, cultura y política, era preciso demostrar cómo la crisis de las representaciones antiguas, el nuevo estado del campo intelectual y, en particular, la expansión sin precedentes de las profesiones intelectuales, así como el vacío dejado por la crisis de las clases dirigentes tradicionales o de las nuevas elites republicanas, creaban las condiciones favorables para la consolidación colectiva a de los "intelectuales". También era necesario explicar las razones por las cuales las vanguardias literarias o universitarias, tradicionalmente apartadas del compromiso, poco a poco se fueron acercando a las vanguardias políticas y fueron elaborando las nuevas maneras de intervenir en el campo del poder, fuera de las vías de la política clásica, que son inseparables del surgimiento de los "intelectuales".