Es deber principal de la filosofía que se avecina indagar en la experiencia estética del «Arte», en tanto lugar paradigmático donde se exhiben los dinamismos y efectuaciones más primitivos de la subjetividad en su pretensión por constituir la realidad del mundo que le rodea. La deriva estética tras el pensamiento contemporáneo nos ha mostrado manifiestamente una convergencia de los distintos ámbitos teóricos y una confluencia de las distintas alternativas conceptuales en un hecho excepcional e indiscutible: el ostentoso cruce de una escala de registros gnoseológicos que, concomitantemente, son también diferentes niveles de realidad, y que nos conducen hacia la naturaleza misma de la subjetividad en la intersección de sus dimensiones más íntimas. El análisis reflexivo que aquí se presenta nos debe llevar incesablemente al encuentro ingenuo y fortuito con el mundo para, una vez más, procurar otorgarle de nuevo un estatuto filosófico.