Las peregrinaciones y las Cruzadas, entendidas en la larga duración histórica, se han sucedido como un estado de guerra permanente al que tan sólo esperanzan paces efímeras. Una causalidad del cristianismo militante que, emulada por la otredad islámica y hebrea según las épocas, han enquistado un desencuentro histórico entre Occidente y Oriente.
Porque las Cruzadas medievales siguieron siendo en el mundo moderno. Pues un término tan ambiguo como el de "cruzada", a pesar de su milenio de existencia, resulta confuso aún entre los especialistas. Cuando no es objeto de manipulación. De resultas, distinguimos tres periodos en la cronología de las Cruzadas, a saber:
Uno clásico, entre el "¡Dios lo quiere!" del papa Urbano II en 1095 y la muerte prematura de San Luis en 1270, cuando se pone en práctica la operación libertadora de Jerusalén a lo largo de ocho campañas, en consonancia con la doctrina de la guerra santa cultivada en el imaginario del feudalismo.
Otro moderno, entre la caída de Constantinopla en 1453 y el segundo cerco de Viena en 1683, donde las nuevas realidades políticas y religiosas van distanciado la idea redentorista de su matriz medieval hacia nuevas formulaciones. De manera que el caballero andante toma el relevo del paladín cruzado. Como las órdenes caballerescas lo hacen de las militares.
Y otro contemporáneo, que ha llegado hasta hoy mismo en forma de perversión del mito original, apropiado por dictadores para legitimar susá guerras y regímenes, por extremistas para reivindicar sus acciones armadas y por el lenguaje subliminal de la publicidad.
En pos de esta perspectiva dinámica, tras las mudanzas del término y los cambios de su significado, abogamos en este libro por una precisión conceptual y una historia visual de las Cruzadas modernas. Pues en esta clave renovadora, mediante el diálogo entre textos e imágenes, analizaré en toda su historia de larga duración la milicia de Cristo y la cruzada de Dios. Apenas estampas ruidosas para el lector silencioso.