Al culminar esta saga de Cuestiones de la clínica, en 1986, viniendo desde 1973 y antes (en consultorios, centros, hospitales, clínicas, mutuales... la calle misma), nos resonaban las Cuestiones con la vida de Humberto Constantini: una manzana en la calle Tequendama, un bombo que suena lejos... Una cacofonía. El malestar del siglo XX y el XXI recién nacido.

Personificando, pensábamos que la Clínica era como La Mujer... Hoy, en el 2011, experimentamos algo del recorrido de Eros y Thanatos y, con el viejo Heráclito, con el Zen, o con los Mayas del Popol Vuh... que a la vida también llaman arco, Bios y Eros, y que su trabajo es la muerte, Thanatos.

Al azar de nuestros viajos visitamos las casas del ser humano: en nuestra Patagonia, en mapuche, Ruca Choroy: casa o nido de loros; Racumalén, casa de niña; Ruca Ñire, cueva del zorro; Ruca Pillán, casa del demonio... dom en San Petersburgo, Haus en Viena, bet en Tel Aviv, maison en París, house en Londres, huis en Amsterdam, casa o ghetto en Venecia, dum en Praga, casa en Montevideo y Florianópolis, etc... Confusión de las lenguas y heterotopía.

Niño, hombre, mujer, viejo, toda flecha dibuja a posteriori en la escala de las edades (les dégrés des ages, bella imagen del Épiral), el Unsinn, el sinsentido que nos anima, en medio de nuestras lubricidades tragicómicas, según Marx.

¡Aue!... decían los gladiadores. La vida es una herida absurda, viejo Pichuco, el de las manos como patios, o pathos. Pero las cuestiones son acuciantes.

La clínica posible se había convertido en una psicopatología de la vida cotidiana, en la multinacional del accidente: próximo libro PPTLGVC (Freud alemán/ Freud castellano/ comentario Lecman). Más que nunca la clínica es indisoluble de una crítica cultural.

Soñamos con el Océano, la Thalassa de Ferenczi, pero estamos acá, con penas y olvido.

Leer y psicoanalizar en el Río de la Plata. Ni Ulises ¿o Ud. se atrevería...?